K-Barakaldo aldizkaria
Resultado de la excavación arqueológica del convento mercedario de Burtzeña, Barakaldo
Eder Domínguez-Ballesteros y Leandro Sánchez Zufiaurre
INTRODUCCIÓN
El barrio de Burtzeña se encuentra en la zona sur del término municipal de Barakaldo, en la margen izquierda del río Cadagua. A finales de 2017, esta zona estaba ocupada por la parroquia de Nuestra Señora de la Natividad, una vivienda construida en el siglo XX, las instalaciones de FEVE, unos terrenos usados como huertas, unos bloques de viviendas de reciente construcción, un solar y una zona de aparcamiento. A finales de 2017 y principios de 2018, se llevaron a cabo obras de urbanización que contemplan, según el proyecto realizado, la introducción de canalizaciones fecales y pluviales, energía eléctrica, telecomunicaciones, gas, colocación de alumbrado y la construcción de un frontón. Antes de comenzar las obras, la zona había sido incluida en la Enumeración de Zonas de Presunción Arqueológica de Barakaldo por el Gobierno Vasco el 5 de mayo de 1997 y existían numerosas fuentes bibliográficas que indicaban que, en esa zona, junto al río Cadagua, existió un convento mercedario, y por ello, se procedió al control arqueológico y excavación de las zonas afectadas.
ANTECEDENTES
Según las fuentes bibliográficas, la plaza de Burtzeña, estaba ocupada por un convento o monasterio de Mercedarios, cuya fundación data del año 1432, aunque esta fecha está actualmente en discusión. Otras fechas posibles de su fundación son 1284, como atestigua uno de los documentos fundacionales, aunque parece responder a un error de copia, ya que no se conserva el original. La otra fecha posible sería 1384, pero el texto fundacional contaría con algunas incongruencias y podría tratarse de una falsificación1ÁLVAREZ y SIMÓN, 2015. El monasterio (cuya ubicación y distribución concreta desconocíamos antes de realizar las excavaciones) contaba con numerosas propiedades que fueron variando a lo largo del tiempo, como ferrerías, caseríos, tierras de campo, viñedos o arbolares2BARRIO, 2015. En 1615 el Convento de la Merced llega a un acuerdo con D. Martín de Llano para cederle un trozo de huerta lindante a la iglesia monasterial y construir una capilla dedicada a San Antonio de Padua y San Martín como sepulcro familiar abriendo el lienzo de la pared “entre el pilar que se hallaba arrimado el altar y otro antes de llegar al coro”3BAÑALES, 2015. Esta capilla, en el siglo XIX, se convirtió en presbiterio del templo de Nuestra Señora de la Natividad, que actualmente ocupa parte de la plaza4IBÁÑEZ, 1994. La primera información arqueológica la obtuvimos, precisamente, tras el análisis del muro sur de la Iglesia actual, en el que podemos observar restos del muro original (norte) de la antigua iglesia, donde se conserva una pequeña puerta y, de manera más evidente, un arco grande que originariamente daba acceso a dicha capilla, actualmente tapiado (figura 1).
El monasterio fue destruido en la Primera Guerra Carlista, concretamente en 1836, durante la batalla de Lutxana5SIMON, 2001 y, según la bibliografía, en el lugar que ocupaba la capilla, se construyó el actual templo6BAÑALES, 2015. Cabe destacar la existencia de un grabado, en el que se dibujaron el monasterio y su entorno, que data del siglo XIX, y que fue hallado en París7ÁLVAREZ y SIMÓN, 2015. En este grabado se ha dibujado el río Cadagua, en un entorno arbolado con algunas edificaciones menores, y junto a él el monasterio, del cual se destaca la iglesia con la torre. Además de estos datos, hay que mencionar que en los terrenos del antiguo monasterio se han construido en época reciente vías e instalaciones de FEVE y un bloque de viviendas, además de infraestructuras urbanísticas que han afectado al subsuelo. De hecho, en el actual trazado de la trinchera del ferrocarril se aprecian restos de los muros del antiguo convento y restos de algún tipo de pavimento empedrado. Además, aparece un resto de estructura de la iglesia insertada en un muro de hormigón perteneciente a la actual plaza8ÁLVAREZ y SIMÓN, 2015. Por otra parte, se conserva un gran aljibe dedicado a la recogida de agua y situado en una zona inaccesible por pertenecer a una empresa privada. También se conservan los restos de la capilla construida por los Llano, en la que se aprecia, desde el exterior, un gran vano, actualmente tapiado que, como hemos comentado anteriormente, daría acceso a la capilla desde la iglesia del convento. Por último, también se conservan los restos (el arranque del arco) de lo que parece un puente, aunque parece que es mucho más moderno (figura 2).
DESARROLLO DE LOS TRABAJOS
Los trabajos se realizaron durante los meses de septiembre, octubre y noviembre de 2017, y durante los meses de enero, febrero, marzo, abril y mayo de 2018. En la primera fase, de 2017, excavamos una serie de zanjas distribuidas a lo largo de la superficie que ocupaba el antiguo parking de la plaza Burtzeña, con resultados negativos. En ocasiones, las zanjas habían sido ya excavadas previamente y se encontraban con material de relleno actual y canalizaciones del siglo XX. En otras ocasiones, el estrato natural, que consiste en unas arcillas de color amarillo, afloraba directamente en la superficie, al retirar el pavimento actual. Una vez concluida la excavación de esa zona, constatamos que probablemente todas las dependencias monásticas, así como la iglesia antigua, se debían de encontrar en la zona que actualmente estaba ocupada por un solar y una huerta. En la segunda fase, en 2018, con motivo de la construcción del frontón en el solar junto a la Plaza de Burtzeña, ubicado sobre la zona donde a priori descansaban los restos del monasterio Mercedario de Burtzeña, optamos por la excavación del subsuelo, por lo menos, en la superficie sobre la que se incidió debido la construcción de dicho frontón. Estas obras consistieron en la realización de 4 zanjas, que abarcan todo el perímetro del solar, para la realización de 4 muros ciclópeos y 4 zapatas a base de hormigón y bloques de piedra grandes. Esta zona se excavó obteniendo resultados positivos que detallaremos a continuación.
RESULTADOS
Los resultados de la intervención en la zona del parking de la plaza de Burtzeña fueron negativos. Sin embargo, los resultados obtenidos en las cuatro zanjas de cimentación realizadas para la construcción del frontón fueron positivos y se pueden dividir en dos zonas. La primera zona se vio afectada por tres de las zanjas de cimentación y aparecieron restos que asociamos al ámbito del monasterio, en los que aparecen, sobre todo, estructuras de muro, pertenecientes probablemente a las estancias monásticas, y restos de pavimentos empedrados, que corresponderían con los espacios exteriores o de claustro. La segunda zona se vio afectada solo por una de las zanjas de cimentación y por varias estructuras de acceso. En esta zona encontramos gran parte de la iglesia, construida probablemente a finales del siglo XVI o comienzos del siglo XVII, donde se documentaron numerosas sepulturas, y los cimientos de la antigua torre. Ambas zonas están cubiertas por un depósito de color blanco, con numeroso material constructivo (tejas, ladrillos, argamasa…) que hemos interpretado como el nivel de derrumbe del monasterio y la iglesia y que nos ha ayudado a correlacionar ambos espacios. En el derrumbe no hemos encontrado los sillares y el material constructivo de gran tamaño, que probablemente hayan sido sustraídos en momentos posteriores a la caída del edificio. A continuación, analizaremos más en detalle cada zona.
ZONA MONASTERIAL
La zona donde probablemente se encontraba el monasterio es el área más al sur del perímetro de excavación y bajo el nivel de derrumbe hemos encontrado diferentes estructuras. En el este del área hemos documentado un muro de cierta entidad al que se le adosan por el sur los restos de un pavimento empedrado, delimitado por una serie de cantos alargados de cierta entidad. Bajo este nivel de pavimento encontramos un nivel de preparación, o de uso previo, donde hemos recuperado diferente material arqueológico: fragmentos de hueso de fauna, alguna pieza metálica, numerosos restos de cerámica, algún fragmento de sílex y cuatro fragmentos de pipa de caolín. Esto podría indicar que el monasterio ha sufrido diferentes reformas o ampliaciones durante su desarrollo. Este muro, paralelo a la antigua iglesia, que se encuentra al norte de esta zona, podría consistir en un muro perimetral de las dependencias del monasterio, que separaría las estancias de un camino empedrado exterior, o de un claustro, debido a su tamaño y a que presenta una importante zanja de cimentación. A este muro se le adosa por el norte otro muro de menor entidad, que podría consistir en la separación de alguna de las dependencias monasteriales. También hemos documentado, junto a este último muro, una serie de ladrillos colocados de forma plana que podrían suponer un pavimento de ladrillos, del interior de la estancia, o los restos muy residuales de algún otro muro. También en esta zona encontramos otro muro, ubicado a una cota más elevada que las estructuras mencionadas anteriormente, por lo que su construcción podría ser posterior, pero todavía anterior a la caída del monasterio, debido a que el nivel de derrumbe se encuentra adosado a él, lo que también indicaría que el monasterio presenta diferentes fases de construcción.
En la zona sureste detectamos cómo el nivel de derrumbe pierde entidad y se encuentra cortado por diferentes zanjas posteriores, lo cual podría indicar el límite del ámbito monasterial en esa zona.
En la zona suroeste hemos documentado un muro de cierta entidad, perpendicular a la antigua iglesia. Adosado a este muro, hacia el este, encontramos una acanaladura paralela a él, pavimentada con cantos rodados, cuya función podría ser la de desagüe. Sobre ella encontramos un pequeño depósito del que hemos recuperado diferentes restos arqueológicos. Por una parte, restos de cerámica y de vidrio, algún clavo metálico, y varios restos de sílex. Estos restos de sílex, junto con los encontrados en toda la zona monasterial, en origen podrían formar parte de trillos, lo cual indicaría el uso agrícola de algunos espacios de esta zona. Por otro lado, el elemento más destacado que hemos encontrado en este nivel arqueológico es un Cristo tallado en hueso, que presenta diferentes orificios que probablemente servirían de anclaje a una cruz de madera u otro material. Este muro, que se encontraba recrecido en altura en una fase muy reciente, parece que en origen dividía dos espacios a diferentes niveles dentro del ámbito monasterial, a modo de aterrazamiento, ya que, a pesar de encontrar niveles equivalentes a ambos lados, los niveles al este se encuentran a cota más baja que al oeste de dicho muro. Precisamente al oeste, nos encontramos nuevamente el nivel de derrumbe y bajo él otro nivel arqueológico equivalente al hallado al este del muro. Este nivel también presenta material arqueológico similar: restos de hueso de fauna, de cerámica, de sílex y algún clavo metálico. Bajo ese nivel encontramos un pavimento, extraordinariamente conservado, con patrón de formas cuadradas realizado con cantos rodados de tamaño relativamente pequeño (10 centímetros), cuyo dibujo, en una de las zonas, adquiere cierta complejidad. En uno de sus laterales, donde no se reproduce el patrón de cuadrados, presenta una acanaladura (figura 3).
En esta zona oeste, continuando la excavación hacia el norte, descubrimos un pavimento formado por cantos más grandes. Al igual que ocurría en la zona este del área monasterial, este pavimento se encuentra apoyado en los niveles arqueológicos suprayacentes, que cubren el pavimento mencionado anteriormente, y el derrumbe del monasterio se adosa a él, por lo que, este pavimento correspondería a una fase de construcción posterior a la del pavimento de cantos pequeños, pero anterior al abandono del monasterio. Nuevamente tendríamos indicios de que el monasterio fue construido en diferentes fases. Asociado a él encontramos un muro, que probablemente sea la continuación del muro de aterrazamiento mencionado anteriormente. Tras él, la incidencia de la obra del frontón solo afectó a los niveles superficiales y, debido probablemente al aterrazamiento, no se detectaron niveles arqueológicos, ya que descansarían a mayor profundidad. Más hacia el norte no se inciden en niveles arqueológicos hasta el área donde se excava otra zanja, ubicada ya fuera de la zona monasterial, y dentro de una segunda zona que hemos denominado zona de la Iglesia.
ZONA DE LA IGLESIA
Esta es la zona en la que hemos hallado el mayor número de estructuras y de material arqueológico. Debido a la importancia de los hallazgos se decidió excavar el área en extensión (figura 4). En esta zona hemos documentado el suelo de la antigua iglesia, con el encajonado típico de la época, los muros de cimentación de una torre, una capilla lateral y diferentes elementos del interior de la iglesia como el coro o el cancel. La torre se encuentra al oeste de la iglesia y de ella se conserva un muro de grandes dimensiones, en forma de T, pensado para soportar el peso de una estructura relativamente alta. Esta torre contaría probablemente con cuatro arcos que darían acceso a la misma por el norte, este, oeste y sur. Prueba de ello es la conservación de uno de los escalones del acceso norte, que podría dar acceso a la torre desde el exterior, y parte del enlosado de la base de la torre. El arco sur, que no hemos encontrado ya que esa zona no se ha visto afectada por la obra del frontón, podría dar acceso desde la torre directamente al monasterio, el arco oeste, que tampoco se conserva, debido a las diferentes intervenciones en la plaza durante el siglo XX, podría dar acceso al exterior, y el arco este daría acceso al interior de la iglesia, en el que se conservan varios escalones.
Como hemos comentado anteriormente, el muro sur de la iglesia actual, se construye a partir de los restos del muro norte de la antigua iglesia. El muro de la torre se une directamente a la parte antigua del muro sur de la iglesia actual, lo cual quiere decir que ambos se construyeron en la misma fase constructiva. En la zona de la iglesia antigua junto a la torre hemos registrado los restos de los dos muros del coro, ambos unidos al muro de la torre, lo que indica que fueron construidos coetáneamente. Cada uno de estos dos muros presenta los restos de lo que podría ser una columna. Por el centro del suelo de la iglesia discurre la vía sacra, también adosada al muro de la torre, utilizada para acceder al altar. El resto de la superficie de la iglesia está ocupada por un encajonado construido a base de tres tipos de ladrillos, bastante similares entre sí, en cuya parte alta estaría coronado por unos bloques de arenisca tallados de tal forma que permitían el apoyo de unas losas, también de arenisca, que conformaban el suelo de la iglesia. No se han conservado todas las losas y los bloques solo aparecen en alguna zona. Esta estructura en su conjunto constituye el entramado para albergar unas 150 tumbas bajo el suelo de la iglesia, de las cuales hemos descubierto y excavado 50. La mayoría, 45, se encuentran orientadas en dirección E-W, y cubren la totalidad de la planta de la iglesia. Una de ellas, de menor tamaño, también en esta zona, correspondería con un osario, ubicado probablemente en el cancel situado en la parte central del muro sur de la iglesia, que probablemente daría acceso por el sur al interior del monasterio. Las otras 4 se encuentran fuera del trazado principal de la planta de la iglesia, y podrían estar ubicadas en una capilla lateral, además su orientación es N-S, por lo que podríamos considerarlas como tumbas destacadas. Este encajonado se encuentra también unido a las diferentes estructuras (vía sacra, muros del coro, muro de la torre…) por lo que la iglesia fue construida entera en una fase única. También hemos detectado los restos del muro sur de la iglesia, del que se conservan solo algunos bloques y los indicios de que algún día hubo más, por lo que creemos que el resto podrían haber sido sustraídos.
En estas sepulturas hemos encontrado un total de 62 individuos en conexión (figura 5), dos de los cuales, un adulto y un infantil, aparecen juntos en un mismo enterramiento, y numerosos restos óseos dispersos en cada sepultura. El estudio de estos restos se encuentra todavía en curso, pero tenemos resultados preliminares. Entre ellos hemos identificado personas de ambos sexos, y de diferentes edades, que abarcan desde fetos de 8 meses de gestación hasta individuos de más de 45 años. Cabe destacar que en cada sepultura encontramos individuos de diferentes edades, por lo que podríamos pensar que se trata de tumbas familiares. En cuanto a las patologías, encontramos gran variedad de ellas. Por un lado, hemos detectado patologías orales, en su mayoría sarro, aunque también algunos casos de caries y numerosos casos de pérdida de piezas dentales ante mortem. En cuanto a fracturas óseas hemos observado varias fracturas por impacto en radios y una fractura por estrés en una escapula posiblemente producida por la falta de vitamina D. Además, uno de los individuos hallados en una de las sepulturas de orientación N-S, destacadas en la capilla lateral, presentaba una fractura de la cabeza del húmero que le impedía su movilidad. También hemos detectado un caso de inflamación de la pleura, la membrana que recubre los pulmones, registradas en la cara interna de las costillas de un individuo, como resultado de haber padecido de tuberculosis o alguna enfermedad respiratoria. Por ahora, hemos detectado relativamente pocas patologías degenerativas, pero sí hemos detectado un caso de osteoma, un tumor benigno óseo pegado a la cara externa del cráneo de uno de los individuos.
En cuanto a los materiales arqueológicos hallados dentro de las sepulturas encontramos sobre todo monedas, cadenas con cuentas, cruces, medallas, pipas de caolín y restos de cerámica, cristal, clavos metálicos y fragmentos de vidrieras (figura 6). El estudio de estos materiales también se encuentra en curso actualmente, pero contamos con algunos resultados preliminares.
Entre las numerosas monedas halladas encontramos cierta variedad. Como ejemplo podemos destacar que hemos documentado una moneda de 8 maravedís, datada en 1820, de cobre, con Efigie de Fernando VII entre marcas de CECA (J) y ensayador (8). Leyenda: “FERDIN VII . DG. HISP . REX . 1820” en el anverso y la Cruz de don Pelayo cantonada de castillos y leones con escudo de armas de la casa Borbón en el centro, todo rodeado por una corona de laurel en el reverso. También hemos hallado una moneda de 1 Sol, acuñada durante el reinado de Luis XVI de Francia (1781) en cuyo anverso podemos observar un escudo oval coronado con tres flores de lis al interior. Leyenda: “1791 . FRANCIǼ ET . NAVARRǼ REX . L” y una efigie de Luis XVI. Leyenda: “LUDOV . XVI . D . GRATIA . (marca del privado)” en el reverso. Por otro lado, hemos documentado una moneda de 1 Ceitil acuñada durante el reinado de Manuel I de Portugal (1495-1521), que presenta en el anverso el Escudo de Portugal, sin corona rodeado por una leyenda que debido a su estado de conservación no hemos podido identificar y un castillo de tres torres sin muralla sobre tres olas de mar onduladas rodeado por otra leyenda ilegible en el reverso. Otra moneda de la halladas, por ejemplo, es una de dos Maravedís, acuñada durante el reinado de Felipe V de España (1719), en cuyo anverso apreciamos un escudo coronado de castillo y león y tres flores de lis entre ceca y valor con una leyenda que dice “PHILIP . V . D . G . HISP . REX” y en el reverso un león coronado con cetro y sable con dos bolas, que representan a los dos mundos, a sus pies y la leyenda “VTRVMQ . VITR . PROTEGO . 1719”.
En cuanto a los crucifijos, hemos encontrado sobre todo cruces latinas y alguna cruz de Caravaca, entre las cuales podemos destacar inscripciones de INRI, SALVATOR, MUNDI y MATER DEI. Estas cruces hemos podido datarlas entre los siglos XVII y XVIII.
Entre las numerosas pipas de caolín, hemos encontrado un fragmento que podría pertenecer con bastante seguridad, atendiendo al tipo de decoración, a una pipa de fabricación holandesa. Estas pipas son muy comunes en esta zona, cuando se popularizan las pipas del caolín en el siglo XVII.
Entre los materiales hallados cabe destacar una higa fabricada en azabache, que consiste en una mano con el dedo pulgar entre los dedos índice y anular, muy popular en el silgo XIX, y un elemento colocado en la cintura de uno de los individuos enterrado en una de las sepulturas destacadas de la capilla, concretamente en el individuo que, como hemos comentado anteriormente, no presentaba movilidad en uno de sus brazos, y que consiste en un tipo de cinturón completamente metálico, actualmente en proceso de restauración, y cuya función, por ahora, desconocemos.
La cerámica encontrada es muy variada, entre la que encontramos fragmentos de cerámica vidriada, algunas con dibujos. También encontramos diferentes elementos de cristal, entre los que cabe destacar numerosos fragmentos de vidriera y una pieza completa que podría ser un recipiente litúrgico.
También podemos destacar el hallazgo de un sello de plomo de algún envío realizado por la Compañía Británica de las Indias Orientales.
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
Según los datos bibliográficos, el convento Mercedario de Burtzeña fue fundado probablemente en 1432. Las estructuras de muro y restos de pavimentos empedrados encontrados durante la excavación dentro de lo que hemos denominado zona monasterial, podrían pertenecer a estas primeras fases de desarrollo del monasterio y a fases posteriores, hasta la fecha de su destrucción en 1836. Existe dificultad en datar dichos elementos debido a la ausencia de material arqueológico que podamos datar, aun así, sí detectamos varias fases de construcción. Sin embargo, la iglesia fue construida enteramente en la misma fase, incluido su encajonado, que data probablemente de finales del siglo XVI o principios del XVII, atendiendo a su tipología y a que ya en 1615 encontramos una cita bibliográfica que nos remite al permiso de derribo de unos de los lienzos de dicha iglesia para la construcción de la capilla de los Llano. Además, hemos podido datar algunos de los materiales encontrados en las sepulturas de dicho encajonado, construido en la base de la iglesia, que nos remiten a estas cronologías.
Las características de la población enterrada, que aun está en estudio, son variadas en edad y sexo, lo que nos induce a pensar que se trataba de una población civil, como era habitual en esa época.
Por otra parte, podemos tener una idea general de la estructura en planta de la iglesia, ya que se conservan restos del muro norte, que actualmente forma parte de la iglesia de Nuestra Señora de la Natividad, y algún elemento del muro sur, que nos permite establecer su trazado original, aunque en su gran mayoría fue sustraído. Esta planta sería alargada, por lo menos hasta donde conocemos, ya que la cabecera de la iglesia se encuentra destruida, probablemente por las obras de la trinchera del ferrocarril. Al sur, encontramos los cimientos contundentes de una estructura de gran altura, una torre, que aparece representada en el grabado que hemos mencionado anteriormente, encontrado en París.
Por lo tanto, estamos ante un espacio que fue utilizado como monasterio entre los siglos XV y XIX y una iglesia construida a final del siglo XVI o comienzos del siglo XVII. El estudio de este conjunto, que albergaba cientos de restos antropológicos y numeroso material arqueológico, nos ayuda a comprender mejor como era la vida de la gente de aquella época, a conocer la demografía de esas poblaciones y nos aporta una información muy valiosa sobre el Monasterio Mercedario de Burtzeña, relativamente poco presente en las fuentes documentales.
BIBLIOGRAFÍA
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1994: IBAÑEZ, Maite: Barakaldo: estudio histórico-artístico. Diputación Foral de Bizkaia, Bilbao.
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